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¡TERMINEMOS NUESTRA OBRA!

por Dr. Kreighton L. Chan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 10 de Enero, 2016

“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).


Jesús se lanzó a la obra de evangelismo. El pasaje de la Escritura que el señor Prudhomme leyó hace unos minutos nos dice eso. Jesús caminó millas fuera de su camino para hablar con una mujer de Samaria. La llevó a la salvación a través de confiar en Él. Después de que ella confió en Jesús, la mujer regresó a su ciudad y le habló a la gente allí acerca de Jesús. Muchos de ellos confiaron en Él. ¡Qué obra de evangelismo!

Para Jesús, valía la pena salir de Su camino para ganar un alma. Era más importante que comer. Es por eso que Él dijo:

“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).

La obra de Jesús era hacer lo que Dios le envió a hacer – salvar almas.

La semana pasada nuestro pastor, Dr. Hymers, nos dijo que tenemos que seguir haciendo evangelismo. Dijo que si nos relajamos, nos ponemos cómodos, y dejamos de hacer evangelismo, nuestra iglesia morirá. Sí, un grupo de personas que llamamos “los Treinta y nueve” salvó nuestro edificio de iglesia dando dinero. Pero la iglesia no es un edificio. ¡La iglesia se compone de personas! ¡Todavía tenemos que salvar nuestra iglesia trayendo personas! Para hacer eso, tenemos que seguir haciendo evangelismo. Si nuestra iglesia no trae gente, morirá. Pero si seguimos trayendo personas, vivirá. Pensé en lo que dijo nuestro pastor. Sus sabias palabras muestran el amor por las almas que Jesús tenía. Nuestro Salvador dijo a Sus discípulos,

“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).

Jesús estaba haciendo la obra de Dios. Fue la obra que Dios le envió a hacer. ¿Y qué era esta obra? La Biblia dice:

“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17).

Dios envió a Jesús al mundo a salvar almas. Esa era la obra de Jesús. Él se enfocó en hacer Su obra. Jesús dijo Su “comida”, era hacer la voluntad de Dios al salvar a los perdidos. Esto es lo que alimentaba Su alma. Esto es lo que Él vivió para hacer. Jesús estaba ocupado en la obra de ganar almas. Nunca dejó de hacerlo.

Pero Jesús no está en la tierra ahora. Él está en el Cielo a la diestra de Dios. ¿Quién debe llevar a cabo Su obra? ¡Tú! Antes de que Jesús ascendiera de nuevo al Cielo, le dijo a Sus Discípulos:

“Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).

Dios envió a Jesús Su Hijo a salvar almas. Ahora Jesús te manda a hacer la obra de evangelismo. Jesús se enfocó en Su obra. Así lo debemos hacer nosotros. Almas eternas están en juego, así como el futuro de nuestra iglesia. Jesús les dijo a Sus Discípulos que alcanzaran a los perdidos. Él les dijo:

“El que recibe al que yo [te] enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al [Dios] que me envió” (Juan 13:20).

Este es el plan de Dios para alcanzar a los perdidos. Piensa en ello como una cadena. Dios envió a Jesús a evangelizar y salvar almas. Ahora Jesús te envía para hacer Su obra. ¡Eres un aro importante en la cadena! Traes nombres y números de teléfono del evangelismo. Nosotros los llamamos. Muchos de ellos vienen a la iglesia. Ellos escucharán el evangelio ser predicado. Algunos de ellos confiarán en Jesús. A través de Jesús serán salvos. Dios envió a Su Hijo al mundo para salvar a los perdidos. Él hizo la obra de evangelismo. Ahora Él nos envía a hacer la obra de evangelismo.

I. Primero, la obra de Jesús es evangelismo.

Jesús dijo:

“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).

Jesús vivió para hacer la voluntad de Dios. Vivió para salvar almas perdidas. Él se enfocó en la obra de evangelismo, de salvar almas. Pero no Sus Discípulos. Ellos estaban pensando sólo en los alimentos. Jesús no había comido durante algún tiempo. Los Discípulos le preguntaron al respecto. Pero Jesús les dijo:

“Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis…Mi comida es que haga la voluntad del que me envió” (Juan 4:32, 34).

Los Discípulos no estaban interesados en la obra de evangelismo. Tenían hambre. Ellos querían llenar sus estómagos. Pero no tenían hambre de salvar almas. Ellos estaban pensando en sus propias necesidades. ¡Qué vergüenza! El Apóstol Pablo reprendió esta actitud egoísta. El escribió:

“Cuyo dios es el vientre… que sólo piensan en lo terrenal” (Filipenses 3:19).

¿Qué de ti? Si no estás haciendo evangelismo, tienes la actitud equivocada. No vivamos sólo para nosotros o nuestras familias. Para hacer evangelismo debes estar preocupado por las almas perdidas. Ellos no tienen a Dios. Ellos no tienen una iglesia local con amigos Cristianos que los ama. Y no son salvos. Tenemos mucho que ofrecerles en nuestra iglesia. Ellos escucharán el evangelio ser predicado. Ellos estarán con personas que conocen a Jesús y quieren ser sus amigos. Estarán con personas que se preocupan por sus almas. ¡Oh, hagamos la obra de evangelismo! ¡Tengamos hambre por ello! Y debemos hacerlo ahora. Los Discípulos sabían que Jesús los había llamado a hacer evangelismo. Pero eran perezosos. Querían posponerlo. Pero Jesús les dijo:

“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).

Jesús estaba hablando de la cosecha de salvar almas perdidas. Pero los Discípulos no querían hacer evangelismo. Ellos querían esperar. Pero Jesús les dijo que el tiempo de la cosecha para el evangelismo era ahora, no después. ¡Qué aplicación a nuestra iglesia! Sí, vamos a ir a todo galope al evangelismo en el verano. Ese es un gran tiempo para nuestra iglesia. Muchos jóvenes vienen durante ese tiempo. Pero no debemos esperar hasta el verano. Muchos vendrán ahora, durante el invierno y la primavera. ¡Pero tenemos que salir y traerlos! Acabamos de pasar lo que el mundo llama los “días de fiesta”. La gente estaba con sus familias. Las escuelas estaban cerradas. Era más difícil hacer evangelismo. Así que descansamos durante unas semanas. Pero los días de fiesta se han terminado. Los jóvenes están de vuelta en la escuela. Ahora no es el tiempo de descansar. ¡Este es el tiempo de trabajar! ¡Este es el tiempo de hacer evangelismo!

Piensa en la mujer Samaritana. Ella conoció a Jesús. Ella confió en Él. Luego ella misma hizo evangelismo. La Biblia dice:

“Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (Juan 4:28-29).

Ella no pudo contenerse. ¡Estaba entusiasmada con Jesús y compartió con otros lo que Jesús significaba para ella! Escucha los resultados:

“Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho” (Juan 4:39).

Ella hizo la obra de evangelismo. Su “obra” no fue difícil. Ella fue a su ciudad. Ella habló a los hombres allí. Eso tomó un poco de esfuerzo. Ella tuvo que hacer el tiempo. Pero no fue difícil.

¿Aprecias lo que Jesús ha hecho por ti? Puede que no seas convertido todavía. Pero, ¿estás agradecido por nuestra iglesia, por la gente que te ama y se preocupa por ti? Sientes que es tu hogar. Te encanta estar aquí. Aquí hay gente con la que te gusta estar. Ten emoción y agradecimiento por lo que Dios te ha bendecido. ¡Luego dile a la gente acerca de ello! ¡Invita a tus compañeros de clase y amigos y parientes a nuestra fiesta en la iglesia! Ve a las universidades para obtener nombres en evangelismo. Trae los nombres y números de teléfono. La Biblia dice:

“Andrés…halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús.” (Juan 1:40-42).

Al igual que la mujer Samaritana, Andrés trajo a su hermano a Jesús. Andrés ni siquiera era aún convertido. Si no eres convertido, se obediente a Jesús en el evangelismo. Te ayudará a pensar en tu propia necesidad de Jesús. Y puede que pronto seas convertido.

Todos ustedes pueden pensar en alguien que pueden traer a la iglesia. ¡Hazlo! ¡No esperes! Esta es otra manera de hacer evangelismo. Trae tantos nombres como sea posible. Pero si puedes traer un amigo de la escuela o el trabajo, es mucho mejor. Son más propensos a entrar en nuestra iglesia. Puedes hacer esto si estás perdido o salvo. Algunos de ustedes ya lo han hecho. ¡Eso es genial! Sigue haciéndolo. ¡Y otros de ustedes, hagan lo mismo!

¡Y esa es la manera de salvar nuestra iglesia! ¡Si todos hacemos evangelismo, nuestra iglesia vivirá! Toma un poco de trabajo obtener nombres. Toma un poco de tiempo. Pero no es difícil. Podemos traer gente. Podemos salvar nuestra iglesia. ¡Nuestra iglesia vivirá! ¡Amén!

II. Segundo, la obra de nuestra iglesia es evangelismo.

Nuestro texto dice:

“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).

Jesús hizo la obra de ganar almas mientras estuvo en la tierra. Ahora Él nos envía a hacer lo mismo. Antes de ir al Cielo, Jesús nos dio a todos la Gran Comisión:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

Jesús dijo:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19).

Jesús nos envió a ganar almas al igual que Su Padre lo envió a Él. Él dijo:

“Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20:21).

Jesús nos envía a terminar la obra de evangelismo que Él comenzó. Su obra se convierte en nuestra obra. ¡Terminemos nuestra obra! No hemos acabado. Hay un sinnúmero de personas en las universidades que nunca han escuchado el mensaje del Evangelio de salvación. Terminemos la obra de Jesús trayéndolos a nuestra iglesia para que oigan lo que Jesús ha hecho por ellos.

Y comienza trayendo nombres. Trae un nombre cuando vengas el Jueves. Trae otro nombre cuando vengas el Sábado. Muchos de ustedes pueden traer más de un nombre. La Biblia dice:

“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Eclesiastés 9:10).

¡Haz evangelismo con todas tus fuerzas! Trae tantos nombres como sea posible. ¡Y no te detengas!

Jesús ascendió de nuevo al Cielo hace casi dos mil años. Desde entonces, los Cristianos fieles han estado evangelizando a los perdidos. Así es como el Cristianismo ha vivido. Si los primeros Cristianos no hubieran hecho evangelismo, el Cristianismo habría muerto con ellos. Pero ellos hicieron evangelismo, y el Cristianismo no murió. Sí, el Cristianismo es débil aquí en Occidente. Pero es fuerte en China, en África y otras partes del Tercer Mundo. Hay vida ahí porque los Cristianos hacen la obra de evangelismo.

Nuestro pastor nos ha enseñado que vivimos en un tiempo de gran apostasía. El amor de los tales llamados Cristianos en Estados Unidos se ha enfriado. Pero al mismo tiempo el Evangelio se está extendiendo a través de China, Irán y partes de África. ¡No seas como los Americanos! Amemos a Dios, amemos a Jesús, y amemos las almas perdidas. Ve al evangelismo y trae jóvenes a nuestra iglesia. Acabemos la obra que Jesús nos envió a hacer.

Jesús te llama para que termines Su obra de evangelismo. Esta es una gran responsabilidad. Pero también es un privilegio servir a Jesús. No le fallemos. ¡Terminemos la obra! ¿Cuándo termina nuestro trabajo de evangelismo? Terminaremos cuando Jesús regrese por nosotros. Entonces Él dirá,

“Bien, buen siervo y fiel…entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21).

¡Tengamos la visión de nuestro pastor por las almas perdidas! ¡Tengamos la visión de Jesús Mismo! Hagamos la obra de Jesús en evangelismo y nunca pares. ¡Entonces nuestra iglesia vivirá y prosperará! Evangelismo es la obra de Jesús. Y evangelismo es nuestra obra. ¡Hagámoslo hasta que Jesús regrese! ¡Amén y Amén!


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(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Juan 4:24-34; 39-42.
El Solo Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Bring Them In” (por Alexcenah Thomas, siglo 19).


EL BOSQUEJO DE

¡TERMINEMOS NUESTRA OBRA!

por Dr. Kreighton L. Chan

“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:34).

(Juan 3:17; 20:21; 13:20)

I.   Primero, la obra de Jesús es evangelismo, Juan 4:32, 34;
Filipenses 3:19; Juan 4:35; 4:28-29; 4:39; 1:40-42.

II.  Segundo, la obra de nuestra iglesia es evangelismo, Marcos 16:15;
Mateo 28:19; Juan 20:21; Eclesiastés 9:10;
Mateo 25:21.