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EL VERSÍCULO DE MI VIDA

por Dr. Kreighton L. Chan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles
La Mañana del Día del Señor, 7 de Septiembre, 2014

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).


Esta mañana les voy a decir lo que Dios ha hecho por mí. El pasaje que leí es “el versículo de mi vida”. Es el versículo que le habla más a mi corazón. Es el versículo en el que me gusta pensar y meditar vez tras vez. Es el versículo que me recuerda lo que Dios ha hecho en mi vida.

Este versículo contiene una gran promesa de Dios, “todas las cosas les ayudan a bien”. Pero no es una promesa que Dios ha dado a todos. Es una promesa que Dios hace a todo Cristiano verdadero. La vida es muy difícil. Eso es cierto para los Cristianos y los que no son Cristianos. Hay muchos desafíos, dificultades y decepciones que todos encaran. La vida a veces se puede sentir abrumadora. A veces hasta se siente que no hay esperanza. Pero Dios le promete al Cristiano que no importa lo que suceda en su vida al final funciona para su bien espiritual. Nota, este versículo no dice que todas las cosas están bien. No, algunas experiencias en la vida son malas. Pero hasta lo que parece “cosas malas” funcionaran para el bien del Cristiano. ¡El Cristiano es consolado sabiendo que nuestro Dios amoroso está en control! Nada sucede por casualidad o por mala fortuna. Dios se asegurará que todo ayude al fin para nuestro bien espiritual.

Ahora me quiero jactar de lo que Jesús ha hecho en mi vida. Comenzare con mi vida sin Jesús, mi conversión a Jesús, y como Jesús ha bendecido mi vida desde entonces.

No tuve una niñez feliz porque era enfermizo. A los cuatro años, desarrollé una forma rara de enfermedad de los riñones. Yo me veía como “Chubby” [Gordito] en el programa “La Pandilla” [The Little Rascals]. Los siguientes años pasé la mayoría del tiempo en el hospital. Y el hospital era un lugar muy solitario que asustaba. A causa de mi sistema inmune débil, me mantuvieron apartado. Me pusieron en una cuna con baranda para que no tuviera contacto con otros niños. Las horas de visita eran estrictas. Mi madre era la única persona que me visitaba. Mi madre cuidaba a mis dos hermanos, a mi hermana, y a muchos otros primos durante el día, y me visitaba por un par de horas temprano en la noche. Pero luego se iba a las 8:00 p.m. Y durante el día estaban las sacadas de sangre y las agujas intravenosas. A causa de la baja proteína a menudo necesitaba infusiones de proteína por un tubo intravenoso grueso. Me picaban vez tras vez porque los doctores no podían hallar mis venas. A menudo me tenían que atar y cortarme con navaja para encontrarme las venas. De niño tenía muchas pesadillas de estas experiencias terribles.

Recuerdo que una vez cuando tenía como 5 años me enviaron a casa por un corto tiempo. Por la enfermedad de los riñones era difícil producir orina. Estaba muy enfermo. Los doctores le dijeron a mi madre que si no orinaba tendría que ser internado otra vez, empezar diálisis, y no viviría mucho tiempo después de eso. Yo le dije a mi madre que había visto a un ángel descender del cielo por mí. Ella y yo nos pusimos de rodillas y oramos a Dios que me dejara vivir. Y Él lo hizo. Pronto comencé a orinar y no tuve que volver al hospital sino hasta después. Esa experiencia hizo gran impacto en mí. Y desde entonces he sentido la realidad de Dios en mi vida. Yo no era convertido a Jesús todavía, pero desde entonces yo sabía que Dios era real. Yo podía sentir Su presencia. De niño pequeño a menudo me paraba frente al espejo, tocaba mi rostro, y pensaba: “¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? Y ¿A donde voy?” Pero aunque sentía a Dios, no era suficiente. Yo sabía que tenía un alma. Pero también me sentía vacío. Me sentía tan vacío que me dolía. Me dolía mucho. Sentía que algo estaba muy mal conmigo, pero no sabía qué era. Ese pensar se quedó conmigo y me molestaba. Constantemente tenía estos sentimientos de soledad existencial.

Yo tenía un hermano mayor llamado Kerwin que nunca conocí. Murió pocos años antes de que yo naciera, cuando él tenía apenas 2 meses de edad. Recuerdo que cuando era niño nuestra familia a menudo visitaba su tumba. Cada vez que íbamos yo pensaba: “Él no está realmente muerto. Él está en el Cielo, y algún día lo veré”. Mi madre me ha dicho muchas veces que ella oró especialmente por mí antes de que yo naciera. En su corazón, yo sería el hijo que reemplazaría a mi hermano. Así que yo fui la respuesta a su oración. Cuando todavía era un niño, mi madre sabía que ella me daría uno de sus riñones. Y su sueño se hizo realidad hace 12 años. A la edad de 65 años mi madre me dio uno de sus riñones. Resulta que en mi familia, solo mi madre me podría haber dado un riñón, porque sólo ella y yo tenemos el mismo tipo de sangre.

A medida que crecía mi madre dejó en claro para mí que ella quería que yo fuese un médico. Ella había estado muy cercana a todos mis médicos y ella quería que yo ayudara a otras personas de la manera que estos médicos me habían ayudado a mí. Y eso puso un gran peso sobre mis hombros. Yo amaba a mi madre, y yo haría cualquier cosa por ella. Y yo no podía soportar la idea de fallarle. Por eso, sacar buenas notas se volvió mí única meta durante la escuela secundaria y los primeros años de la universidad. Yo sabía que tenía que sacar solo buenas notas de ‘A’ si iba a tener alguna esperanza de entrar en la escuela de medicina. Habían pasado los sentimientos de soledad existencial. Para entonces yo pensaba que estos sentimientos se debieron a mi inseguridad y falta de confianza. Pensé que si me convertía en médico, esos malos sentimientos desaparecerían. La soledad del existencialismo fue sustituida con la soledad de ser apartado, estudiando, estudiando, estudiando. Finalmente el día llegó. Recibí una carta de admisión a la escuela de medicina de UCLA. Al principio estuve contento. Pero no duró mucho. Parecía una gran decepción. Pensé que estaría emocionado, pero no. Mis sentimientos de vacío regresaron más grandes que nunca. Yo sabía que algo no estaba bien. Sabía que en la vida tenía que haber algo más que esto.

Poco tiempo después de eso alguien me invitó a nuestra iglesia, y oí a Dr. Hymers predicar a Cristo y a éste crucificado. Recuerdo todo claramente. Tuve una gran sensación de la presencia de Dios. Sentí que Dios estaba hablándome directamente a mí. Todo y todos los demás se desvanecieron a un segundo plano. Durante la predicación sentí una daga clavada en mi corazón. Estaba convencido de que el vacío de mi corazón era debido a no tener a Jesús. Esto me pareció un gran pecado. El Espíritu de Dios me convenció de esto. Sentí que el poder abrumador de Dios me trajo a Jesús. Sentí que Jesús me había recibido. Sentí que yo era de Él y Él era mío. Sentí que su Sangre lavó mis pecados. Me sentí limpio. Ahora me sentí completo. Atrás quedó la sensación de vacío de la vida sin Dios y sin Jesús. Yo sabía que tenía una nueva vida con Jesús. Sabía que ahora pertenecía a la familia de Dios. Sabía que la iglesia era mi nueva casa donde me quedaría hasta el final de mi vida.

“a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

Ese es el versículo de mi vida. Ese versículo me recuerda que Dios es todopoderoso, que Él me ama, y que Él está en control. Mediante Jesús yo me gozo de tener esta grande y preciosa promesa de Dios como mía propia. Cuando pienso, puedo ver cómo esta gran promesa de Dios ha obrado en mi vida. Cuando estaba enfermo y solo en el hospital, Dios obró para bien. Porque tenía tiempo para pensar acerca de Dios y el significado de la vida. Cuando era punzado por todas aquellas agujas, y pasé tanto dolor en el hospital, Dios obró para bien. Porque me enseñó que hay dolor en esta vida, pero no dura para siempre. Y me hizo esperar por otro mundo sin dolor o tristeza. Dios usó mi enfermedad del riñón para mi bien. Porque sin ella yo no habría recibido un riñón de mi madre y no habría llegado a estar tan cerca de ella. Todas las impresiones de Dios que yo tenía, Él las usó para bien, porque estos pensamientos me convencieron de Su realidad y que hay algo más que la vida de este mundo material. Y ese gran espacio vacío y doloroso en mi alma Dios lo usó para bien, porque ha creado un deseo y necesidad de Dios en mi alma que Él satisfizo a través de mi Señor y Salvador Jesucristo.

Y a través de mi vida Cristiana Dios ha obrado todo para bien. Cuando estuve en la escuela de medicina, mi compañera Judy y yo éramos entusiastas en el evangelismo. Hacíamos todas las tareas, pero en cada oportunidad les hablábamos de Jesús a los jóvenes y de cuan grandes cosas Él había hecho por nosotros. Eso fue más importante para nosotros que cualquier otra cosa. Tomamos a nuestro pastor Dr. Hymers como ejemplo de celo por Jesús en ganar almas. Pronto hubo una gran inquietud entre los otros estudiantes de medicina. Algunos eran Judíos, y Budistas, y muchos otros eran evangélicos. Todos se enojaron con nosotros. No nos hablaban. Nos llevaron frente a un “Concilio de Honor”. Dijeron que actuamos sin honor. Nos acusaron de hostigamiento y dijeron que abusábamos nuestra posición de estudiantes de medicina. Nos dijeron que debíamos parar o sino padeceríamos consecuencias terribles. Nos dijeron que no nos graduaríamos de la escuela de medicina. Nosotros seguimos evangelizando, y Dios nos protegió de todo daño. Y Dios usó este tiempo de persecución para fortalecernos. Por medio de esta prueba Dios nos dio a la Dra. Judy Cagan y a mi aún más valor para testificar por Jesús.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

Y sabemos – el Apóstol Pablo le escribe a los Cristianos en Roma. Todos los Cristianos tienen esa gran promesa de Dios. Pregúntale a cualquier persona convertida aquí, y te dirán de las muchas veces cuando los tiempos difíciles ayudaron para su bien espiritual. Sentimos la mano de Dios en nuestras vidas. Sentimos la comunión con nuestro Señor y Salvador Jesucristo. “Sabemos que…todas las cosas…ayudan a bien”. Esta promesa también fue cierta para nuestra iglesia. Pasamos un tiempo terrible y desgarrador en nuestra iglesia cuando estuvo llena de mucha gente perdida. Pero Dios usó esto para el bien de nuestra iglesia. A través de esto hemos aprendido el error del Decisionismo. A través de eso descubrimos la conversión Puritana – que Dios mediante la predicación demostraría Su gracia soberana y poder en producir la convicción de pecado, el despertamiento, y luego en traer pecadores a Jesús.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

“A los que aman a Dios”. Todos los Cristianos verdaderos ahora aman a Dios. Pero no siempre le habíamos amado. Por fe en Jesús y Su Sangre nuestros corazones han sido cambiados. Dios quitó nuestros corazones de piedra egoístas, y por medio de Jesús Él nos ha dado corazones de carne para amar a Dios. Y es por eso también que nos amamos unos a otros, y te amamos a ti que estas con nosotros esta mañana. Nos hemos vuelto nuevas criaturas en Cristo Jesús. Y los Cristianos verdaderos no son comunes en estos días. Has de buscar por mucho tiempo antes de hallar un grupo de Cristianos verdaderos que te amen como nosotros te amamos. ¡Regresa con nosotros esta noche! ¡Danos la oportunidad de amarte en nuestra iglesia!

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

“Conforme a su propósito son llamados”. Todo Cristiano verdadero recordará el tiempo cuando Dios lo llamó por medio de la predicación a venir a Jesús. Casi todos los Cristianos en nuestra iglesia fueron llamados a venir a Jesús por la predicación de nuestro pastor, Dr. Hymers. Dios me llamó a Jesús por medio de la predicación de Dr. Hymers cuando yo tenía 20 años. El propósito de Dios en enviar a Jesús al mundo es que tú puedas ser salvo. Es nuestra oración que tú también oigas el llamado de Dios para ti y vengas a Jesús y seas salvo.

Jesús murió una muerte horrible en la Cruz para pagar por tus pecados. El tercer día Él resucitó físicamente de la tumba para darte vida. Él ascendió al Cielo. Él ahora está sentado a la diestra del trono de Dios. Ven a Jesús. Él lavará todo tu pecado con Su Sangre. Amen. Dr. Hymers, por favor guíenos en oración.

(FIN DEL SERMÓN)
tú puedes leer los sermones de Dr. Hymers cada semana en el Internet
en www.realconversion.com o www.rlhsermons.com.
Oprime en “Sermones en Español”.

Puedes enviar un correo electrónico a Dr. Hymers a rlhymersjr@sbcglobal.net
(Oprime Aquí) – o puedes escribirle a P.O. Box 15308, Los Ángeles, CA 90015,
Estados Unidos. O llámarle por teléfono a (818)352-0452.

Estos manuscritos de sermones no tienen derechos de autor. Los puedes usar sin la
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme:Romanos 8:28-31.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“There’s Room at the Cross for You” (por Ira F. Stanphill, 1914-1993).