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¿QUÉ HE HECHO – Y POR QUÉ LO HE HECHO?

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en el Tabernáculo de Los Ángeles
La Tarde del Día del Señor, 3 de Noviembre de 2013

“¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse. Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla” (Jeremías 8:5-6).


Cuando leo el libro de Jeremías me hace pensar en nuestra propia nación. Hace exactamente cincuenta años conocí a un joven Cristiano llamado Milford. Yo estaba trabajando en un estacionamiento en el 107 South Broadway en el centro de Los Ángeles. Nos hemos escrito el uno al otro ocasionalmente a través de los años. Recibí una carta de él hace unos días. Él dijo:

      Sí, estamos viviendo en tiempos peligrosos...a veces parece que estamos viviendo en la Alemania de 1939 – siendo entretenidos – mientras todo el tiempo estamos siendo destruidos como nación, debido a nuestra iniquidad, la política y la corrupción...las señales de los últimos días están a nuestro alrededor.

Tuve que estar de acuerdo con él. Hoy se siente como Alemania en la década de 1930. Hitler estaba febrilmente construyendo una máquina de gran guerra. Pero los Alemanes estaban sedados por el pecado. Estaban jugando rápido y sin refreno. No estoy recomendando esta película. Pero mostró la decadencia absoluta de Berlín en la década de 1930. La película se llamó “Cabaret” (1972). Fue basada en el libro de Christopher Isherwood “Adiós a Berlín” – que era la historia de una chica Americana atrapada en el brillo falso y las fiestas locas en Berlín antes de la guerra – repleta de drogas, música salvaje, sexo pervertido, la codicia y absoluta decadencia – en una ciudad que iba a ser destruida en pocos años, derribada por los aliados – Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética. ¡La gente de Berlín vivía en un mundo de fantasía. ¡Un juicio estaba a punto de caer y destruir su forma de vida sin Dios! Sí, Milford tenía razón.

Parece que estamos viviendo en la Alemania de 1939 – siendo entretenidos – mientras todo el tiempo estamos siendo destruidos como nación, debido a nuestra iniquidad, la política y la corrupción...

¡Y así era en los días de Jeremías! El templo había sido reparado. Estaba de vuelta en uso. La gente estaba hablando de lo maravilloso que era ir al templo. Pero aún estaban adorando ídolos en casa. Ellos fueron hipócritas religiosos. El Dr. J. Vernon McGee dijo cómo la asistencia a las iglesias conservadoras creció después de la Segunda Guerra Mundial. Él dijo: “Durante ese tiempo escuchamos a los pastores decir que la asistencia a la iglesia se había duplicado y triplicado. Estaban poniendo sillas en los pasillos y construyendo nuevos edificios”. Pero el Dr. McGee dijo correctamente: “Confundieron el crecimiento en números con el crecimiento espiritual y el desarrollo. Eso es lo que Jeremías está diciendo” (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Editores Thomas Nelson, 1982, volumen III, p. 369; nota sobre Jeremías 7:9-10).

El Dr. A.W. Tozer (1897-1963) fue uno de los pocos predicadores con suficiente visión y coraje para hablar en contra de la carnalidad y la hipocresía de las iglesias evangélicas en la década de 1940 y 1950. En 1957 el Dr. Tozer dijo:

Debemos tener una reforma dentro de la Iglesia. Pedir que un diluvio de bendiciones venga sobre una iglesia apóstata y desobediente es una pérdida de tiempo y esfuerzo. Una nueva ola de interés religioso no hará más que añadir números a las iglesias que no tienen ninguna intención de [aceptar] el Señorío de Cristo bajo la obediencia a sus mandamientos...Hay que limpiar el templo de los vendedores ambulantes y los cambistas y estar totalmente bajo la autoridad de nuestro Señor resucitado...Si no tenemos la intención de la reforma da lo mismo si oramos o no...es inútil que grandes grupos de creyentes pasen horas pidiéndole a Dios que mande avivamiento…a menos que tengamos la intención de una reforma (traducción de A. W. Tozer, D.D., Keys to the Deeper Life, Zondervan Publishing Company, 1988 reprimpreso, pp. 17, 18).

Lo que el Dr. Tozer dijo estaba 100 % correcto. Lo sé. Cuando el Dr. Tozer escribió eso en 1957 yo era miembro de una gran iglesia Bautista en Huntington Park, California. Ellos tuvieron una reunión de oración toda la noche por avivamiento. Pero esa iglesia era un nido de ratas de carnalidad y de hipocresía. Las mujeres iban a la iglesia con sombrero y guantes, como Grace Kelly. Pero sus bocas estaban llenas de murmuración y calumnia. Los hombres iban a la iglesia de traje y corbata los Domingos. Pero se quedaban en casa para ver a Ed Sullivan los Domingos por la noche. ¡Y no creas que los chicos de mi edad no lo notaban! ¡Y no creas que no los arruinó! Sí lo hizo. ¡Que yo sepa soy el único de un grupo grande de jóvenes de esa iglesia que está asistiendo a la iglesia hoy en día! ¡Que Dios nos ayude! Nuestras iglesias no han mejorado desde 1957. De hecho están peor en muchos aspectos. ¡Nuestra gente de la iglesia es tan mala como lo fueron en los días de Jeremías! Y seremos destruidos y esparcidos a los cuatro vientos cuando caiga el juicio – ¡que sin duda caerá! ¡Como pronto lo hará!

¡Disculpa! He tomado demasiado tiempo en la introducción. Pero ahora llegamos al texto. Por favor pónganse de pie y lean en voz alta. Es Jeremías 8:5-6.

“¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse. Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla” (Jeremías 8:5-6).

Se pueden sentar.

En el versículo cinco, Jeremías pregunta por qué las personas están “rebeldes”, o se han alejado de Dios. ¿Por qué se niegan a volverse? En el versículo seis, el profeta dice que oyó, pero no hablaban rectamente. Ninguno se arrepintió de su mal. Ni siquiera tomaron el primer paso de arrepentimiento confesando que pecados cometieron. Ninguno estaba dispuesto a arrepentirse y decir: “¿Qué he hecho?” (Jeremías 8:6). El Dr. Charles L. Feinberg dijo: “Dios esperó que la gente modificara su forma de ser; escuchaba en vano por alguna palabra de arrepentimiento y confesión de culpabilidad” (traducción de Charles L. Feinberg, Th.D., Ph.D., Jeremiah: A Commentary, Zondervan Publishing House, 1982, p. 79).

El comentario de Matthew Henry dice que “el verdadero arrepentimiento trae una seria...indagación sobre nosotros mismos [en relación a] lo que hemos hecho, que surge de la convicción de que lo que hemos hecho mal” (traducción de Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible; nota sobre Jeremías 8:6).

En lugar de arrepentimiento, cada uno volvió a la vida de pecado que estaba acostumbrado a cometer, y lo hizo con entusiasmo, como un caballo corriendo a la batalla. Así los pecadores se rehusaron a preguntar: “¿Qué he hecho?” ¿Qué pecado he cometido? En vez de voltearse del pecado, se sumergieron en sus pecados favoritos como un caballo se sumerge en una batalla, en la que será asesinado. Por lo tanto, el pecador se niega a reconocer su pecado – ¡pero se lanza de nuevo en el con abandono!

Esa era la manera que estas personas eran en el tiempo del profeta Jeremías.

“Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla” (Jeremías 8:6).

El profeta dijo que estaba escuchando a algún hombre que confesara su pecado. Pero nadie dijo: “Yo soy culpable. He pecado”. Ellos no dieron el primer paso hacia el arrepentimiento, preguntando: “¿Qué he hecho?” El verdadero arrepentimiento comienza al preguntarte a ti mismo: “¿Qué he hecho?” “¿Qué pecados he cometido?” Comienza al enfrentar el hecho de que has pecado. Hazte esa pregunta esta noche.

I. Primero, pregúntate, “¿Qué he hecho con mis Domingos?”

El Señor Jesucristo resucitó de entre los muertos en el primer día de la semana Romana – que es el Domingo, incluso en nuestros calendarios hoy. El primer servicio Cristiano de adoración se celebró domingo por la noche, cuando Jesús apareció a los Discípulos la noche del día que se levantó de entre los muertos. El segundo servicio Cristiano ocurrió una semana después, en Domingo. Es claro en el Nuevo Testamento que los Cristianos primitivos adoraban juntos en la iglesia el día del Señor, el primer día de la semana, el Domingo – el día que Jesús resucitó de entre los muertos.

¿Qué haces tú con tus Domingos? ¿Los usas para glorificar a Dios? ¿O tú usas los Domingos para jugar, estudiar, o trabajar? ¿Planificas tu semana para poder decir con el Apóstol Juan: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor” (Apocalipsis 1:10)? ¿O usas el día del Señor para hacer dinero o estudiar, o para divertirte? Yo sé que muchos que profesan ser Cristianos llaman esto “legalismo”, pero, ¿están correctos? ¿Y está correcto seguirlos en su antinomianismo? Pregúntate, “¿Qué he hecho – con mis Domingos?”

II. Segundo, pregúntate, “¿Qué he hecho con mi dinero?”

¿Adoras a Dios dándole el diezmo completo al Él? El diezmo es el 10%. Dios dijo a través del profeta Malaquías,

“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado…” (Malaquías 3:8, 9).

“Diezmos,” y “ofrendas” por encima del diezmo, fueron establecidos no sólo por el profeta, sino también por el Señor Jesucristo. Él dijo, en cuanto a dar diezmos, “Esto era necesario hacer” (Mateo 23:23).

Pregúntate: “¿Qué he hecho con los diezmos y las ofrendas?” ¿Te has quedado con parte del diezmo en vez de dar todo el diez por ciento? ¿Has pretendido dar un diezmo completo, o te has quedado con parte del dinero de Dios? Recuerda el duro juicio que cayó sobre Ananías y su esposa cuando mintieron “al Espíritu Santo, y [quedaste] del precio...” (Hechos 5:3). ¿Podría ser esto un pecado no confesado que estás cometiendo? Pregúntate, “¿Qué he hecho con el diezmo?”

III. Tercero, pregúntate, “¿Qué he hecho sobre ganar almas?”

Jesús dijo: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Jesús les dijo eso a ellos de inmediato, incluso antes de ser salvos. Si lees Juan 1:35-51 verás que Andrés, Felipe y otros comenzaron a ganar almas de inmediato. ¡Piensa ahora! ¿Qué has hecho para ganar un alma? Algunos de ustedes son muy agradables. Le agradas a la gente. Pero ¿alguna vez has traído uno de ellos, y has cuidado a alguien hasta que sea salvo y pueda valerse por sí mismo como un Cristiano? ¿Puedes nombrar a una sola persona a quien has ganado de esta manera? ¿Has sido obediente a Jesús en esto? Pregúntate, “¿Qué he hecho sobre ganar almas?”

IV. Cuarto, pregúntate, “¿Qué he hecho con la Biblia?”

Tú sabes que te damos una hoja devocional, con los pasajes de la Biblia para leer cada día. ¿Lees los pasajes todos los días? David dijo: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Salmo 119:97). ¿Eso te describe a ti? ¿Piensas en la Biblia todos los días, como él lo hizo? ¿Lees todos los versos en la hoja devocional? Pregúntate: “¿Qué he hecho con la Biblia?”

V. Quinto, pregúntate, “¿Qué he hecho sobre la oración?”

El Apóstol Pablo dijo:

“Orad sin cesar” (I Tesalonicenses 5:17).

¿Has pensado alguna vez lo que eso significa? Una vez más, Pablo dijo:

“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica…”
       (Efesios 6:18).

¿Oras y das gracias antes de cada comida – incluso cuando estás con no creyentes? ¿Empiezas y terminas cada día en oración? ¿Oras cada vez que piensas en una necesidad para ti o para alguien más? ¿Oras varias veces al día? Pregúntate: “¿Qué he hecho sobre la oración?”

VI. Sexto, pregúntate, “¿Qué he hecho con el Espíritu Santo?”

La primera obra del Espíritu Santo es “convencerá al mundo de pecado” (Juan 16:8). ¿Qué haces con el Espíritu Santo cuando Él viene para convencerte del pecado? ¿Te “peleas” con Él como los malvados hicieron en los días antes del Diluvio? Dios dice: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre” (Génesis 6:3). Cuando el Espíritu Santo viene a convencerte de pecado, ¿te sometes a Él y piensas acerca de tu pecado, sin hacer excusas? ¿O te pones “rígido” y le resistes? ¿Haces “afrenta al Espíritu” de esta manera (Hebreos 10:29, NVI)? Pregúntate: “¿Qué he hecho con el Espíritu Santo?”

VII. Séptimo, pregúntate, “¿Qué he hecho con los Diez Mandamientos?”

¿Y qué del segundo mandamiento, no te harás imagen, ni ninguna semejanza “no te inclinarás a ellas [para] honrarlas” (Éxodo 20:4, 5)? ¿Miras pornografía? ¿Te inclinas y honras retratos sucios? ¿Has quebrantado el segundo mandamiento? ¿Y qué del séptimo mandamiento? Dice: “No cometerás adulterio”. ¿Has tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio? ¿Lo estás haciendo ahora? ¿Estás pensando en hacerlo en el futuro? ¿Qué has hecho con el séptimo mandamiento? ¿Has quebrantado el octavo mandamiento – “No hurtarás”? ¿Has hecho eso? ¿Los estás haciendo ahora tomando unos pocos dólares para ti mismo – que pertenecen a otra persona? ¿Y qué del octavo mandamiento? ¿Qué pasa con robar? ¿Y qué del noveno mandamiento, “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”? ¿Has quebrantado ése? ¿Lo has quebrantado recientemente? Significa: “No mentirás”. Pregúntate, “¿Qué he hecho? ¿He dicho mentiras a menudo?” Pregúntate. “¿He quebrantado estos mandamientos?” “¿Soy culpable a los ojos de Dios?”

VIII. Octavo, pregúntate, “¿Qué he hecho con Jesús?”

El gobernador Romano, Poncio Pilato, dijo: “¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?” (Mateo 27:22). Esa es una pregunta que todos deben responder. Pilato trató de lavarse las manos y no responder a esa pregunta. ¡Pero todo el que lee el relato de la agonía y la crucifixión de Cristo sabe que Pilato era culpable! ¡Culpable! ¡Culpable! ¡Culpable! ¡Eso es lo que dicen nuestras conciencias cuando Pilato se lava las manos y trata de ser neutral! ¡Culpable! ¡Culpable! ¡Culpable! Dice Dios. ¡Y tu conciencia está de acuerdo con Dios! Cuando te preguntamos, “¿Vas a confiar en Jesús?” ¿Algunos de ustedes dicen “no” y algunos de ustedes no dicen nada? ¡Pero esto no es un juego! ¿Qué vas a hacer con Jesús? No respuesta significa, “No, no voy a confiar en Él.” “No” significa “no” – ¡significa rechazo al Salvador! ¡No lo quiero! ¡Culpable! ¡Culpable! ¡Culpable! ¡Culpable de rechazar el unigénito Hijo de Dios! “El que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).

Si no eres un Cristiano, te diré lo que has hecho con el Señor Jesucristo. La Biblia dice que has pisoteado al Hijo de Dios bajo tus pies. Le has dado la espalda al ensangrentado Jesús. Cuando esa salvaje multitud gritó, “¡Crucifícale! ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Te quedaste atrás en silencio. ¡No le ayudaste a sobrellevar la cruz como lo hizo Simón! ¡No ! Eras demasiado “inteligente” para involucrarte. ¡ dijiste “no” - o no dijiste nada! Pregúntate esta noche, “¿Qué he hecho con Jesús?”

Yo no quiero que pienses que puedes ser salvo con dejar esos pecados y reformar tu vida. Eso sería salvación por obras. La salvación verdadera es por gracia, mediante la fe en Jesús. Este sermón fue adaptado de uno del Dr. W. Herschel Ford, muy querido pastor Bautista del Sur y evangelista, y era el propósito del Dr. Ford mostrarte que necesitas a Jesús para ser salvo (W. Herschel Ford, D.D., “The Question We Never Ask” en Sermones Simples para el Domingo en la Noche, Zondervan Publishing House; edición de 1972, pp. 86-96).

LA MALDAD DE TU CORAZÓN

John Newton, autor de “Amazing Grace”, escribió estas palabras sobre la maldad de tu corazón,

¿Es mi vil corazón
   Morada digna a ti?
¡Hirviendo, ay! En cada lugar
   ¿Qué maldad veo allí?
(Traducción libre de “The Weight of Sin”
     por John Newton, 1725-1807).

Te he dado una lista de ocho pecados que condenan el alma. Pero hay algo peor que esa lista de pecados. John Newton escribió sobre eso en la cita que acabo de dar. Es el pecado de tu corazón – de donde surgen esos ocho pecados mortales. Debes ser convencido del pecado mismo – el pecado de tu corazón. Debes sentir, como John Newton, “¡Hirviendo, ay! En cada lugar ¿Qué maldad veo allí?

El Dr. Martyn Lloyd-Jones le dijo a los predicadores: “Nuestro verdadero negocio es convencer de pecado, lo que nos destruye, que se manifiesta en forma de pecados particulares. Entonces debemos pedir a nuestros oyentes que confiesen y reconozcan su pecado ante los ojos de Dios y de los hombres. Después de eso debemos presentar la gloriosa y maravillosa oferta de la salvación gratuita que se encuentra sólo en Cristo Jesús y en Él crucificado. Debemos mostrar que sólo Él puede quitar la culpa y el poder del pecado; que Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (I Pedro 2:24), y que solo cuando cedemos y nos entregarnos por completo a Él, en un mismo tiempo, estamos bien con Dios, y somos capaces de vivir una vida que es agradable delante de Él” (traducción de Martyn Lloyd-Jones, M.D., “The Presentation of the Gospel” in Knowing the Times, The Banner of Truth Trust, 1989, p. 10).

He hecho todo lo posible para demostrarte que has cometido un número verdaderamente terrible de pecados. Y he tratado de mostrarte que esos pecados vienen de tu corazón depravado, tu malvado corazón que rechaza a Jesús, quien es el único que puede cambiar tu corazón y perdonar los pecados horribles que salen de él.

Si deseas hablar con nosotros acerca de ceder y entregarte a Jesús, por favor deja tu asiento ahora y camina hasta el fondo de la sala. El Dr. Cagan te llevará a otro lugar donde podemos hablar y orar. Ve ahora. Dr. Chan, por favor ore para que alguien se someta a Jesucristo esta noche. Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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Puedes escribirle a Dr. Hymers a rlhymersjr@sbcglobal.net (Oprime Aquí) –
o puedes escribirle a P.O. Box 15308, Los Angeles, CA 90015.
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La Escritura Leída Antes del Sermón por el Sr. Abel Prudhomme: Jeremías 8:1-12.
El Solo Cantado Antes del Sermón por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith:
“Come, Ye Sinners” (por Joseph Hart, 1712-1768).


EL BOSQUEJO DE

¿QUÉ HE HECHO – Y POR QUÉ LO HE HECHO?

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse. Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla” (Jeremías 8:5-6).

I.     Primero, pregúntate, “¿Qué he hecho con mis Domingos?”
Apocalipsis 1:10.

II.    Segundo, pregúntate, “¿Qué he hecho con mi dinero?”
Malaquías 3:8, 9; Mateo 23:23; Hechos 5:3.

III.   Tercero, pregúntate, “¿Qué he hecho sobre ganar almas?”
Mateo 4:19.

IV.   Cuarto, pregúntate, “¿Qué he hecho con la Biblia?”
Salmo 119:97.

V.    Quinto, pregúntate, “¿Qué he hecho sobre la oración?”
I Tesalonicenses 5:17; Efesios 6:18.

VI.   Sexto, pregúntate, “¿Qué he hecho con el Espíritu Santo?”
Juan16:8, Génesis 6:3; Hebreos 10:29.

VII.  Séptimo, pregúntate, “¿Qué he hecho con los Diez
Mandamientos?” Éxodo 20:4, 5.

VIII. Octavo, pregúntate, “¿Qué he hecho con Jesús?” Mateo 27:22;
Juan 3:36; I Pedro 2:24.