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GOZO EN LA IGLESIA LOCAL

por Dr. Kreighton L. Chan

Un sermón predicado en el Tabernáculo Bautista de Los Ángeles,
La Tarde del Sábado, 12 de Noviembre, 2011

“Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos” (Salmo 122:1).


La palabra Hebrea traducida “alegré” en la Biblia King James [en Inglés] significa “gozoso” (Strong). David estaba siempre gozoso cuando iba al Tabernáculo. Era la casa del Senor en aquella dispensación. Él siempre anticipaba con alegría adorar y servir a Dios allí. A él le encantaba estar ahí con Dios. David dijo:

“Jehová, la habitación de tu casa he amado, Y el lugar de la morada de tu gloria” (Salmo 26:8).

Lo que alegraba más a David era que él iba allí con sus amigos. Ellos amaban a Dios igual que él. Esto lo hacía feliz. Él estaba alegre de ir a la casa del Señor.

En esta dispensación la casa del Señor es la iglesia local. La Biblia dice:

“La casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad” (I Timoteo 3:15).

Igual que David, nos alegramos de venir a la iglesia. Venir a la iglesia es especial. Experimentamos muchas bendiciones aquí que nos hacen felices. Todos venimos a adorar a Dios. Venimos por la predicación. Tenemos compañerismo juntos. Oramos juntos. Y laboramos para Cristo juntos. ¡Todas estas cosas nos alegran!

“Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos”
       (Salmo 122:1).

I. Primero, tenemos gozo cuando adoramos a Dios.

Alabar y adorar a Dios nos da gozo, porque Él es “digno de alabanza”. Y darle a Dios Su merecida alabanza le da satisfacción al alma. ¡Es lo correcto, y se siente bien hacerlo!

El Catecismo Menor Westminster dice: “El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre”. Cuando adoramos y glorificamos a Dios, hacemos lo que estamos supuestos a hacer. ¡Y gozamos a Dios! Nuestros corazones están llenos de gozo cuando adoramos a Dios.

Toda la gente tiene buena razón para adorar a Dios. Como Cristianos especialmente tenemos mucho que agradecerle a Dios. Hemos sido llamados fuera de lo frío del mundo al compañerismo cálido de la iglesia local. ¡Y hemos heredado muchas bendiciones por medio de Cristo nuestro Salvador!

“Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; Estaremos alegres”
       (Salmo 126:3).

Y las grandes cosas que Dios ha hecho por nosotros son completamente no merecidas. Nuestros corazones están llenos de gratitud y amor por El. Sus bendiciones traen grande gozo a nuestras almas. Nuestra alegría rebalsa de modo que queremos decirle de Su bondad a todos.

“En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán”
       (Salmo 34:2).

¡Cantar los grandes himnos de la fe nos deleita el alma! Amamos gloriarnos de nuestro Dios al cantar de Él. ¡Amamos alabarle y adorarle!

“Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre” (Salmo 103:1).

Nuestros corazones están llenos hasta el tope con las bendiciones de Dios! Oh, entonces bendigamos y alabemos a Dios con todo el corazón. ¡Oh, vamos a la iglesia a adorar a Dios!

“Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos”
       (Salmo 122:1).

II. Segundo, tenemos gozo cuando oímos la predicación.

El Libro de Los Hechos dice:

“Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo” (Hechos 5:42).

La predicación tenía importancia central en la iglesia de Jerusalén. ¡Y es central en nuestra iglesia! ¡Nos alegra que sea así! Amamos oír predicación de “el evangelio de paz y de buenas nuevas”. Añoramos oír la predicación de Cristo y Él crucificado.

La predicación es importante para

“Perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11, 12).

La predicación te edificará y equipará para el servicio Cristiano. Nos alegra poder servir a Dios bien por causa de la predicación.

Al igual que Jeremías, nos alimentamos de la predicación de la Palabra de Dios. Nos da fuerza y es fuente de grande gozo.

“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón” (Jeremías 15:16).

¡Oh, las veces que he oído a nuestro pastor predicar han bendecido mi alma! Me ha fortalecido “el hombre interior”. ¡Me ha dado valor para seguir adelante por Cristo!

Y al ponerle atención a la predicación, nuestras almas se alimentan de la ricura de la Palabra de Dios. Esto nos da alegría.

“Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isaías 55:2).

Como nos deleitamos en la predicación. ¡Cómo disfrutamos las grandes fiestas del Evangelio!

¡Vamos a la iglesia a oír la predicación!

“Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos”
       (Salmo 122:1).

III. Tercero, tenemos gozo cuando estamos juntos en compañerismo.

El Libro de Los Hechos dice:

“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46).

Qué maravilloso tiempo de compañerismo tenemos en nuestra iglesia. Nos amamos unos a otros. Tratamos de ganar a los perdidos juntos. Y amamos a Dios juntos. ¡Qué santa comunidad! ¡Nos encanta ser parte de ella! ¡Cada vez que partimos, anticipamos volver otra vez con gran gozo!

“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!” (Salmo 133:1).

El mundo de afuera es diferente de nuestra iglesia. En el mundo hay poco amor y amabilidad. Hay muy poca gente que cuida de ti. Nuestra iglesia es un refugio de ese mundo frío. No hay nada en el mundo que se compare al compañerismo en nuestra iglesia.

“Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad” (Salmo 84:10).

¡Oh, vamos a la iglesia para el compañerismo!

IV. Cuarto, tenemos gozo en las oraciones.

Qué gozo llena nuestras almas cuando nos juntamos para oración unida. Todos tenemos los mismos deseos. Queremos que Dios sea glorificado. Queremos que Jesús sea alzado. Queremos que el Diablo sea atado de estorbar nuestra obra. Queremos que los perdidos sean despertados y convertidos pronto. Queremos hacernos más fieles y más como Cristo. Nuestros corazones y deseos están unidos en oración. Nos animamos unos a otros para orar por completo. Nos gozamos juntos cuando llega la respuesta. Nuestros corazones se alegran por ello. En el libro de Los Hechos:

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).

¡Vengamos también a la iglesia a orar!

V. Quinto, tenemos gozo en traer almas perdidas a la iglesia.

El Salmo 100 dice:

“Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo” (Salmo 100:2).

Nos alegra servir a Dios al ganar almas. Nuestro trabajo por El es “el trabajo de [nuestro] amor”. Hemos sido creados en Cristo para hacer la obra de ganar almas. Él le ha dado a cada verdadero convertido una nueva naturaleza que quiere servirlo y amarlo. Él nos fortalecerá para la obra. Él nos da hermanos y hermanas para trabajar a nuestro lado. Ganar almas para Él no es un malgasto. Él nos dará recompensa por nuestro trabajo. ¡Oh, alegrémonos por el trabajo!

¡Hagamos nuestra iglesia el Cielo sobre la tierra! ¡Amemos nuestra iglesia local más y más! Alegrémonos por ella. ¡Aleluya y adoración al Señor! ¡Amen y Amen!

Yo se que el gozo del que he hablado esta noche no lo han sentido algunos de vosotros. Puede que digas: “Habla de gozo en la iglesia, pero no siento ningún gozo”. Si no tienes gozo en adorar a Dios, ni gozo en la oración , ni gozo en ganar almas, ni gozo en el compañerismo – ¿Cuál crees que es la razón? Te la digo. Es porque nunca has sido convertido. Vienes a la iglesia por hábito, pero no conoces a Cristo.

Y ahora te digo – jamás tendrás gozo Cristiano en tu vida si sigues como estás. ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás! Vivirás y morirás en tristeza, sin sentir jamás el gozo de un Cristiano. Caerás en las llamas del Infierno cuando mueras, ¡sin gozo! ¡Sin felicidad! ¡Sin esperanza nunca, nunca, y nunca! ¡Sin Cristo no puede haber gozo jamás! ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás!

¡Oh, Dios, yo oro por estos que están perdidos, que vengan a Jesús antes de que sea demasiado tarde! En Su nombre, Amén.

(FIN DEL SERMÓN)
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EL BOSQUEJO DE

GOZO EN LA IGLESIA LOCAL

por Dr. Kreighton L. Chan

“Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos” (Salmo 122:1).

(Salmo 26:8; I Timoteo 3:15)

I.   Primero, tenemos gozo cuando adoramos a Dios,
Salmo 126:3; Salmo 34:2; Salmo 103:1.

II.  Segundo, tenemos gozo cuando oímos la predicación,
Hechos 5:42; Efesios 4:11, 12; Jeremías 15:16; Isaías 55:2.

III. Tercero, tenemos gozo cuando estamos juntos en compañerismo,
Hechos 2:46; Salmo 133:1; Salmo 84:10.

IV. Cuarto, tenemos gozo en las oraciones, Hechos 2:42.

V.  Quinto, tenemos gozo en traer almas perdidas a la iglesia, Salmo 100:2.