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LA ATRACCIÓN DEL PADRE

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado la Mañana del Día del Señor, 10 de Junio de 2007
en el Tabernáculo Bautista de Los Angeles

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).


Venir a Jesús es la única cosa que un pecador necesita hacer para ser salvo. El término “venir a Jesús” significa dejar la justicia propia y volverse a Jesús, recibiendo Su muerte como nuestra expiación y ser vestidos en Su justicia.

Los “decisionistas” piensan que venir a Jesús es una cosa muy fácil. Pero se equivocan. Ellos evitan pensar en este texto porque claramente muestra el error de ellos.

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

Es imposible para cualquiera venir a Jesús a menos que Dios el Padre le atraiga al Salvador.

Este verso ofende a la gente de nuestro tiempo. Han aprendido de nuestra cultura que tienen completa libertad de opción. Piensan que es un derecho humano básico. Así, hasta el asesinato de un bebé indefenso es llamado “el derecho a escoger.” Pero la Biblia no enseña que los seres humanos tienen derecho de escoger. En el asunto de la salvación, ¡Cristo dijo que no tenemos la habilidad de escoger para nada! Es por eso que las palabras de Cristo le molestan tanto a la mente moderna,

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

Al pecador perdido le disgusta oír que no tiene “derecho a escoger.” Odia oír que es completamente incapáz y perdido a menos que Dios intervenga y lo atraiga al Salvador. Le molestan las palabras de Cristo,

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

Al pensar sobre este texto que molesta, veremos la incapacidad del hombre, los errores del hombre y la atracción de Dios.

I. Primero, la incapacidad del hombre.

El texto dice,

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

¿Por qué es imposible que un ser humano venga a Cristo sin que Dios le atraiga? La respuesta es simple. El hombre está totalmente depravado. La depravación total se refiere a la deformidad universal de la naturaleza humana, la pecaminosidad innata del corazón humano. Todo ser humano nace en un estado de depravación. David dijo,

“He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5).

La Biblia enseña que todo niño nace pecador. Los niños no nacen inocentes. Nacen pecaminosos y rebeldes contra Dios. Cada generación hereda una naturaleza totalmente depravada. No hay excepciones.

Nuestro primer padre pecó contra Dios. Su pecado le trajo la depravación total a todos sus descendientes, a todo ser humano. La Biblia dice,

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte así la muerte pasó a todos los hombres…” (Romanos 5:12).

Así, todo ser humano está espiritualmente muerto. La Biblia dice,

“Estando nosotros muertos en pecados” (Efesios 2:5).

Además, todos los seres humanos nacen con una naturaleza que está en rebelión contra Dios. La Biblia dice,

“Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios...” (Romanos 8:7a).

La mente humana inconversa es hostil hacia Dios. El corazón humano está en contra de Dios y no es capaz de cambiar,

“…porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos 8:7b).

La persona inconversa es un pequeño anticristo, completamente hostil hacia Dios y Su Hijo Jesús – e incapaz de cambiarse a sí misma.

También, todos los seres humanos en su estado natural son incapaces de recibir la verdad del Evangelio. La Biblia dice,

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios...y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (I Corintios 2:14).

Así, la Biblia enseña que has nacido pecador por naturaleza. La Biblia enseña que estás muerto espiritualmente. La Biblia enseña que tu mente misma está puesta contra Dios y es incapaz de un cambio propio. La Biblia enseña que tú no eres capaz de recibir ni aun entender la salvación en tu estado presente. ¡Eso es lo que significa estar perdido! Esos son hechos Biblicos claros respecto a tu naturaleza deforme y arruinada. Esos hechos Bíblicos fueron resumidos en esta declaración correcta en la Westminster Confesión,

Por su caída a un estado de pecado, el hombre ha perdido completamente toda capacidad de voluntad para cualquier bien espiritual que acompañe la salvación, así que como hombre natural, estando totalmente vacío de ese bien, y muerto en pecado, no puede ni aun con toda su fuerza convertirse él mismo, ni prepararse para ello (traducción literal de Westminster Confession, IX.3).

Esa era la posición Bíblica de nuestros ancestros Bautistas y Protestantes antes que el “decisionismo” arruinara el verdadero evangelismo. Como nuestro padre Bautista Spurgeon lo puso,

Por medio de la caída, y por medio de nuestro propio pecado, la naturaleza del hombre se ha hecho tan baja y depravada y corrupta, que es imposible que venga a Cristo sin [la atracción] de Dios... “Ahora” dice uno, “yo creo que los hombres pueden ser salvos si quieren.” Mi querido amigo, esa no es la cuestión para nada. La cuestión es, ¿está el hombre naturalmente dispuesto...? nosotros decimos, con autoridad Espiritual, que la voluntad humana está tan fija en la maldad, tan depravada, y tan inclinada hacia...el mal, y tan desinclinada a...lo bueno, que sin la influencia poderosa...supernatural del Espíritu Santo, ningún humano [vendrá] jamás a Cristo (traducción literal de C. H. Spurgeon, The New Park Street Pulpit, Pilgrim Publications, reimpreso 1981, tomo IV, pp. 138-139).

Es por eso que Jesús dijo,

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

Así vemos, primero, la incapacidad innata del hombre de venir a Jesús.

II. Segundo, los errores del hombre.

El hombre en su depravación heredada no puede venir al Salvador. Jesús dijo,

“Y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:40).

Fíjate aquí, y pon mucha atención. En vez de venir a Cristo, la mente humana depravada sin variar hará otra cosa. Dirá una oración, y dependerá en la oración en vez de venir a Cristo. Creerá un verso Bíblico y dependerá en el creer el verso, en vez de venir a Cristo. Tratará de “hacer lo mejor que pueda,” en vez de venir a Cristo. Tratará de hacer a Cristo el Señor de su vida, en vez de simplemente venir a Él. Tendrá un “buen sentimiento” y dependerá de Él, en vez de venir a Cristo. ¡Todos estos errores son absolutamente fatales! Ninguno de estos errores salvará a ni una sola persona del juicio ni del Infierno.

Venir a Jesús parece la cosa más simple en el mundo. Pero sin la atracción del Padre, ni una sola persona realmente vendrá a Jesús Mismo. Como dijo el Salvador,

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

En tu condición depravada no verás el valor de Jesús. Él no te parecerá importante en tu presente estado. Hablando de la humanidad perdida, el profeta dijo de Cristo,

“Como que escondimos de él el rostro...y no lo estimamos” (Isaías 53:3).

En tu condición depravada no verás verdadero valor de la muerte de Jesús en la Cruz. Aunque oigas mil veces que Él murió en tu lugar, para pagar por tus pecados, la gran verdad del Evangelio no tendrá significado vital para tu mente entenebrecida. Aunque oigas mil veces que Él ha resucitado de los muertos para darte vida, esa gran verdad del Evangelio no tendrá un significado real para ti en tu condición presente. Aunque oigas mil veces,

“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31)

tú harás otra cosa, esconderás tu rostro de Jesús, no lo estimarás, no vendrás a Él. Porque como Él ha dicho,

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

Los errores del hombre lo llevan a ejercer algun esfuerzo humano en vez de llevarlo a Jesucristo Mismo – a menos que Dios le atraiga a el Salvador.

III. Tercero, la atracción de Dios.

Leamos el texto de pie y en voz alta, poniéndole mucha atención a la segunda cláusula.

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

Se pueden sentar.

“Si el Padre que me envió no le trajere.” La única persona que puede venir a Jesús es la que es atraída a Él por el Padre. ¿Qué quiere decir eso? Spurgeon lo explicó de esta manera:

Recuerdo haber conocido a un hombre que me dijo: “Señor, usted predica que Cristo agarra a la gente del pelo de la cabeza y los arrastara a él mismo.” Yo le pregunté si me podía decir la fecha y el sermón en donde yo prediqué tal extraordinaria doctrina...pero él no pudo. Pero yo le dije: aunque Cristo no arrastra a la gente del pelo de la cabeza, yo creo que los arrastra del corazón...Nota que en la atracción del Padre no hay compulsión alguna; Cristo nunca fuerza a ningún hombre a venir a Él en contra de su voluntad. Si el hombre [está] indispuesto a ser salvo, Cristo no lo salva en contra de su voluntad. ¿Entonces, cómo lo atrae el Espíritu Santo? Bueno, haciendo que esté dispuesto...como Ralph Erskine lo dice paradogicamente, el hombre es salvo “con el consentimiento propio en contra de su voluntad,” o sea que es salvo en contra de su vieja voluntad cuando es salvo. Pero es salvo con el consentimiento completo, porque se hace dispuesto en el día del poder de Dios (traducción literal de Spurgeon, ibid., pagina 142).

¡Nunca se te ocurra que serás sumergido en un baño limpiador de la Sangre de Jesús mientras que todavía pateas y luchas para huir del Salvador!

Ahora, alguien podría estar preguntando, “¿Estoy siendo atraido a Jesús?” Si sientes tu pecado, talvez estás. Si estás consiente de la pecaminosidad de tu propio corazón, talvez estás. Si estás concernido de que tus pecados están grabados en los libros de Dios, talvez estás. Si vez la necesidad de la Sangre de Jesús para limpiar tus pecados, talvez estás.

Pero, ¿cómo sabrás si estás siendo atraído? Bueno, ¡eso es simple! Tú sabrás que estás siendo atraído ¡si vienes a Jesús! El Salvador dijo,

“Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Anoche te mostré cómo la gente vino a Jesús rapidamente y fácilmente en la Biblia. Zaqueo, el que recogía los impuestos, se bajó de un árbol y vino a Jesús. El Ciego Bartimeo no podía ver al Salvador, pero avanzó palpando al cruzar la calle, vino a Jesús y fue salvo. Una mujer pecadora gateó bajo la mesa y besó los pies de Jesús. El momento que ella vino al Salvador, Él le dijo, “Tus pecados te son perdonados” (Lucas 7:48). Para esa gente fue fácil venir a Jesús porque Dios los atrajo a Él.

Los Fariseos, Herodes, Pilato, Judas y muchos otros no vinieron a Él, porque Dios no los atrajo al Salvador. Él anduvo entre ellos, pero ellos no confiaron en Él. Ellos no vienieron a Él por fe. Pero a los que Dios atrajo les fue fácil venir a a Él. Zaqueo, el Ciego Bartimeo y la mujer pecadora vinieron a Jesús rápidamente y fácilmente porque Dios los atrajo al Salvador.

Si Dios te está atrayendo te será tan fácil y simple venir a Jesús como lo fue para aquellas personas en los tiempos de la Biblia. Entonces, ¡ven a Jesús! Ven directamente a Él, sentado a la diestra de Dios en el Cielo. Ven derecho a Él por fe. Ven y descansa en Él. Ven y confía en Él. Ven derecho a Él y Él lavará tus pecados con Su propia Sangre. Él te vestirá en Su propia justicia. Jesús salvará a cualquier persona que venga a Él.

“Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

Por favor cante de pie el himno numero tres en la hoja de canciones. Piensa en las palabras cuando cantes.

Del cautiverio, noche y penar,
   Vengo Jesus, vengo Jesus;
Hacia Tu libertad y Tu luz,
   Vengo Jesus, a Ti.
De mi dolor vengo a Tu salud,
   De la pobreza a Tu bendición.
De mi pecado vengo, y a Ti
   Vengo, Jesus, a Ti.

De mi vergüenza e inrectitud,
   Vengo Jesus, vengo Jesus;
A la gloriosa paz de Tu cruz,
   Vengo Jesús a Ti.
De mi tristeza a felicidad,
   De la tormenta calma será,
De mi problema salmos cantar,
   Vengo Jesus, a Ti.

De la inquietud y orgullo fugaz,
   Vengo Jesus, vengo Jesus;
Vengo a habitar en Tu voluntad,
   Vengo Jesús, a Ti.
Vengo de mi a estar en Tu amor,
   Hacia la paz de Tu redención.
Hacia los cielos cual ave voy,
   Vengo, Jesús, a Ti.

Desde la tumba, miedo y dolor,
   Vengo Jesus, vengo Jesus;
Hacia la luz de Tu hogar yo voy,
   Vengo Jesús, a Ti.
Desde las ruinas a salvación,
   Hacia la paz de Tu corazón,
Tener Tu rostro en contemplación,
   Vengo Jesús, a Ti.
(traducción literal de “Jesus, I Come”
     por William T. Sleeper, 1819-1904).

(FIN DEL SERMÓN)
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La Escritura Leída por el Dr. Kreighton L. Chan Antes del Sermón: Juan 6:35-47.
El Solo Cantado por el Sr. Benjamin Kincaid Griffith Antes del Sermón:
“Oh, What a Fountain” (por Dr. John R. Rice, 1895-1980).


EL BOSQUEJO DE

LA ATRACCIÓN DEL PADRE

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44).

I.   Primero, la incapacidad del hombre, Juan 6:44a; Salmo 51:5;
Romanos 5:12; Efesios 2:5; Romanos 8:7; I Corintios 2:14.

II.  Segundo, los errores del hombre, Juan 5:40; Isaías 53:3; Hechos 16:31.

III. Tercero, la atracción de Dios, Juan 6:44b, 37; Lucas 7:48.